viernes, 13 de julio de 2012

La vida de la familia Escobar, el mayor narco de Colombia.

Pablo Escobar encabezó el cartel de tráfico de cocaína más importante en los años 1980. Peleó contra ser extraditado a Estados Unidos con una violenta campaña en Colombia, ordenando bombazos incluyendo uno que voló un avión con 107 pasajeros a los cuatro minutos de despegar y los secuestros y asesinatos de políticos, jueces y periodistas que se interponían en su camino.
Pablo Escobar y María Isabel Santos.
Su hijo, ahora llamado Juan Pablo Marroquín, y su esposa María Isabel, fueron acusados pero salieron librados de lavado de dinero en Argentina después de que ingresaron al país en 1994. Y un ex funcionario estadounidense antinarcóticos de alto nivel dijo que las autoridades tuvieron información de que a inicios de los 1990, Marroquín se preparaba para suceder a su padre.
Hijo de un granjero y una maestra, Pablo Escobar empezó su vida criminal de adolescente robando lápidas y de ahí creció hasta forjar el más grande imperio de tráfico de cocaína del mundo.
Utilizó sus ganancias para comprar popularidad y ganar elecciones en el Congreso. Cuando políticos, jueces o policías se le oponían, los mandaba a matar. En 1989, ordenó un bombazo en un avión porque pensó que el futuro presidente César Gaviria estaba entre los pasajeros.
En determinado momento se rindió ante las autoridades, aunque mantuvo su influencia desde una cárcel que él mismo diseñó. Luego huyó y volvió a ser fugitivo.
Escobar fue abatido por la policía colombiana el 2 de diciembre de 1993 cuando Marroquín tenía 16 años. Padre e hijo habían hablado por teléfono por mucho rato y las autoridades localizaron el lugar donde estaba el narcotraficante. Le dispararon en la cabeza cuando, pistola en mano, intentaba escapar por el techo de la casa de seguridad en que estaba.
Aunque el hijo del capo colombiano ofrece disculpas por los crímenes que Escobar orquestó desde Medellín, Marroquín también lo defiende porque "también fue un padre, un gran padre", señaló.
Las riquezas de Escobar aparentemente se desvanecieron. Más de 240 propiedades de Escobar fueron confiscadas por las autoridades. 
La viuda y los dos hijos de Pablo Escobar viven en Buenos Aires, donde recuerdan su pasado y su constante fuga de las autoridades

María Isabel Santos, Sebastián Marroquín y su esposa María Ángeles Sarmiento son la familia más cercana de Pablo Escobar. Viven en Buenos Aires y ahora son los Marroquín Santos, pero tienen un pasado difícil de olvidar que incluye las estrategias del narcotraficante para pasar de escondite en escondite, una fogata hecha con dos millones de dólares, compras de arte y su paso por Mozambique.
Juan Pablo Escobar, hoy Sebastián Marroquín.
 Ángeles y Sebastián se conocieron en 1989 en una fiesta de colegiales. Ella, en ese entonces, se llamaba Andrea Ochoa y era estudiante del colegio Santa María del Rosario en Medellín. Él tenía 13 años y ella 17. Se enamoraron. Ella se retorcía de la rabia cuando la recogía en autos demasiado ostentosos. Le daba pena salir del colegio. A veces esperaba que todas sus compañeras se fueran para subirse al carro. Lo regañaba y le pedía que no fuera tan loco.
Sabía que era el hijo de Pablo Escobar, pero no le importaba. Juan Pablo, en ese momento, era el rey del mundo, tenía una colección de motocicletas -Enduros, Harley Davidson, Hondas-, se movilizaba en camionetas blindadas escoltado por un ejército de hombres al servicio de su padre. Con mover un dedo sus escoltas estaban listos a cumplir los deseos del hijo del Patrón. "No me lo va a creer, pero cuando nos instalamos aquí en Buenos Aires, no sabía qué hacer con un menú en un restaurante, por lo general, yo decía qué quería y los escoltas pedían y pagaban por mi".
En una ocasión, cuando su papá estaba preso, quería ir a una competencia de motocross, pero Pablo le pidió que no lo hiciera porque había un plan para secuestrarlo. Juan Pablo suplicó tanto (había llegado con su último boletín de notas para demostrar que se estaba portando bien), que su papá tomó un teléfono y empezó a llamar a cada una de las personas que estaba detrás del secuestro y les dijo: "mira tal por cual, si a mi hijo le llega a pasar algo, le juro que su familia, sus hijos y toda su generación no tendrán un respiro en sus vidas... Así que ya saben cómo es la cosa".
En ese momento, cuando Escobar estaba en la cárcel, Juan Pablo y Ángeles tenían 15 y 19 años y decidieron irse a vivir juntos; Ángeles pasó a ser parte de la familia y cuando Escobar se fugó de la cárcel ella se convirtió en otra perseguida.
Pablo Escobar no huía del Bloque de Búsqueda, de los Pepes y del Cartel de Cali con un ejército de sicarios de las comunas de Medellín: huía con su clan. Prefería estar cerca de ellos para protegerlos y tener la tranquilidad de que sus enemigos no iban a tocar a su familia. No quería que se repitiera la historia de la bomba del edificio Mónaco.
Para mantenerse en movimiento con su familia, Escobar había diseñado un plan de escondites que estaban regados por toda la ciudad. Eran unas 15 casas, donde sólo vivía una persona que hacía las veces de caletero. Ninguno se conocía con los otros. El único que sabía de la existencia de esos escondites era Escobar.
Siempre era así, su seguridad se la proporcionaba él mismo.
En Buenos Aires, los cuatro continúan siendo paisas. Ella y la mamá de Sebastián siempre se visten con colores vivos. Llevan 15 años en Buenos Aires y todavía su acento no se ha contaminado de los giros bonaerenses. La cárcel, en esos días, también sirvió para que Sebastián y Ángeles dejaran de ser novios y se convirtieran finalmente en marido y mujer.
Ella -que tiene nacionalidad mexicana- viajó a México con un poder de Sebastián y se casó sola en una notaría, años después, el siete de diciembre de 2003, se casarían en una iglesia en Buenos Aires, pero los únicos asistentes, además del cura, fueron Isabel y Manuela y uno que otro familiar que los visitó desde Colombia.